Escuchemos el llamado de la Madre Tierra

Foto: Reuters
El planeta está siendo sacudido por desastres climáticos que están dejando cientos de víctimas en diferentes países. Hace poco el huracán Irma devastó varias ciudades de Estados Unidos y otros países a lo largo del Caribe; nuestros hermanos y hermanas de México han sufrido dos terribles terremotos en menos de un mes. En el caso del Perú, nuestros pueblos indígenas andinos vienen sufriendo terribles heladas que arrasan con sus sembríos, su ganado, sus medios de vida y afectan la salud de los más vulnerables: los niños, las niñas y los adultos mayores. Además, aún persisten los daños que dejó el Niño costero.
Esta situación ya había sido advertida por expertos de la Universidad de Copenhague quienes en un informe publicado en la revista “Proceedings of the National Academy of Science” manifestaban que la magnitud de los huracanes crece con el aumento de la temperatura global. Por su parte, los especialistas de la University College London han dicho que el cambio climático no sólo afecta a la atmósfera y los océanos sino también a la corteza terrestre, con lo que alertaban que sismos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra y tsunamis pueden ser más frecuentes si el calentamiento global cambia la corteza terrestre.
Nuestra Madre Tierra reacciona, herida por la acción humana que provoca e intensifica el cambio climático, pero los grandes responsables se empeñan en ignorar estas señales o, peor aún, priorizan su desmedida acumulación de riquezas sobre las vidas, sobre la pervivencia misma del planeta, al que solo ven como una fuente de recursos destinados a satisfacer su hiperconsumismo, a pesar que saben que los bienes de la naturaleza no son inagotables.
Mientras eso pasa, nuestras comunidades campesinas de la costa y los andes y comunidades nativas de la Amazonía cada año sufren más a causa de sequías, deslizamientos, inundaciones, nevadas y una cada vez más aguda escasez de agua, lo que altera el calendario agrícola y por ende, sus fuentes de alimentación y de vida.
Desde ONAMIAP, llamamos al Estado y al sector privado a escuchar a nuestra Madre Tierra y el grito de cambiar el sistema, no el clima, recogiendo nuestros saberes y prácticas ancestrales de armonía con la naturaleza para alcanzar el Buen Vivir y la Vida Plena. De igual modo, expresamos nuestra solidaridad con los pueblos que vienen sufriendo los golpes de la naturaleza.