Basta de la tolerancia hacia la violencia contra la mujer
Más de seis mil casos de violencia sexual han sido registrados entre enero y septiembre de este año, la mitad de ellos son violaciones, dos tercios de las cuales fueron cometidas contra niñas y adolescentes menores de 17 años. Estas son cifras reales, pero solo de los casos conocidos ya que es probable que haya muchos más que no han sido denunciados. Mientras tanto, algunos congresistas se rasgan las vestiduras no por las dimensiones de este delito sino por una frase difundida en las redes sociales.
Lo cierto es que el Perú ocupa el tercer lugar mundial en violaciones sexuales, después de Bangladesh y Etiopía. Solo a partir de los casos registrados en los Centros Emergencia Mujer (CEM), que en los nueve primeros meses del año atendieron 6118 casos de violencia sexual, 3125 de ellos violaciones. Entre las víctimas de violación sexual, 2160 de ellas tienen menos de 17 años, 932 entre 18 y 59 años y 33 más de 60. Los casos de violación sexual tuvieron mayor incidencia en las regiones Lima (894), Junín (264), Arequipa (177), La Libertad (170) y Cusco (161).
Esta información es del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), según el que los CEM registraron 65989 casos de violencia de género entre enero y septiembre, de los cuales 38082 (57.7%) interpusieron denuncias.
Insistimos que esas cifras son solo de los casos registrados. Hay muchos más en los lugares alejados de las capitales, donde precisamente están nuestros pueblos indígenas andinos y amazónicos, donde la violencia contra la mujer está “naturalizada”. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud realizado el 2005 en 10 países reveló que el 24% de las mujeres del Perú rural indicaron que su primera experiencia sexual había sido forzada.
Frente a esta realidad concreta, el índice de Tolerancia Social de las personas en relación a la violencia familiar hacia las mujeres llega al 54.8%. A esto contribuyen autoridades políticas y religiosas que justifican la violencia sexual, culpando a la víctima, cuestionando su modo de vestir, de actuar, entre otros; o difundiendo las ideas de que los feminicidios se producen porque las mujeres “dan la oportunidad”.
¡No toleremos más la violencia contra la mujer!
¡No discutamos frases, discutamos hechos!
¡Defendamos la integridad y los derechos de las mujeres!