
Las mujeres indígenas exigimos que el Estado no mate nuestras semillas

Por cientos de años, las mujeres y los pueblos indígenas hemos usado nuestros conocimientos y tecnologías ancestrales en armonía con la madre naturaleza, y así hemos alcanzado la inmensa y rica biodiversidad que de nuestro país. Llegar a tener esta variedad inmensa de productos agrícolas no ha sido gratuito. La diversidad de frutos, de vegetales, de maíces, de tubérculos, de semillas y demás productos agrícolas nativos del Perú es el resultado del trabajo de nuestras ancestras, quienes nos enseñaron a cuidar y amar a nuestras semillas. Esto es justo lo que nosotras hacemos y le enseñamos a nuestras hijas e hijos.
Lamentablemente, hoy nuestros conocimientos ancestrales están en riesgo de ser desprotegidos y arrasados debido a que las empresas productoras de transgénicos (semillas alteradas genéticamente) podrían arrasar con nuestra abundante biodiversidad mediante la imposición de semillas y herbicidas que buscan acaparar las tierras para generar monocultivos extensivos de productos transgénicos, obligando a desaparecer a las y los pequeños agricultores y lo más peligroso matando nuestras semillas. Por eso las mujeres indígenas exigimos al Congreso de la República que garantice los derechos de las y los agricultores indígenas y que prohíba el ingreso y la producción en el Perú de los organismos vivos modificados (OVM) con fines de cultivo o crianza, incluyendo los acuáticos, a ser liberados en el ambiente. El Estado peruano tiene la obligación de proteger la biodiversidad peruana que se ha logrado después de cientos de años de esfuerzo de las y los agricultores indígenas. Permitir el ingreso de transgénicos, no solo es matar nuestras semillas, sería también matar lentamente a los pueblos indígenas y su agricultura.