
Señora Fujimori no fue “planificación familiar”, fue un crimen de lesa humanidad
Las miles de mujeres indígenas que fueron esterilizadas forzosamente durante la dictadura fujimorista siguen siendo vejadas. Están esperando desde hace 25 años justicia y reparación y en lugar de ello reciben el insulto de la heredera de esa dictadura, Keiko Fujimori, quien ha dicho que no fuero esterilizaciones forzadas sino un “programa de planificación familiar”.
Lo que la mujer que pretende restaurar la dictadura fujimorista busca es impunidad, para toda su dinastía y sus cómplices. Tiene el descaro de presentar como parte de su equipo a uno de los ejecutores del mal llamado “Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar”, el ex ministro de Salud Alejandro Aguinaga.
Tanto la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, la Defensoría del Pueblo y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos han recogido los testimonios de las víctimas de esterilizaciones forzadas: reclutamientos violentos, engaños, ningún seguimiento a las operaciones quirúrgicas, muertes. Y a ello se suma la estigmatización sufrida en sus hogares y comunidades.
Fueron más de 300 mil mujeres, la mayoría indígenas, y 22 mil hombres, las víctimas de este crimen de lesa humanidad. Se vulneró su derecho a la vida, a la salud, entre muchos otros. Y se sigue vulnerando su derecho a la justicia. ¿Cómo decir que esto fue un “programa de planificación familiar”?
No nos sorprende, recordemos que cuando se descubrió el caso de los nueve estudiantes y un profesor de la Cantuta, secuestrados, torturados y desaparecidos por el Grupo Colina, una de las voceras del fujimorismo, Marta Chávez, dijo que esas víctimas del terrorismo estatal se “auto secuestraron”. ¿Dirá ahora la señora Fujimori que las mujeres esterilizadas forzosamente se automutilaron e incluso se suicidaron?
Si esto lo hace como candidata, ya sabemos lo que nos espera si llega a la presidencia: todos y todas seremos víctimas potenciales de la violencia criminal inherente a la entraña fascista de la dinastía Fujimori.
Sabiéndolo, no podemos admitir que instituciones de la sociedad civil que dicen defender los derechos humanos organicen ceremonias mediáticas que le lavan la cara con la firma de plataformas y compromisos a una persona que avala crímenes y pisotea los derechos individuales y colectivos de las mujeres. Eso también es un insulto a las mujeres esterilizadas y a las víctimas del Grupo Colina y sus deudos.
Está claro que la señora Fujimori no representa a las mujeres y menos a las mujeres indígenas. Basta de impunidad. Por justicia y dignidad, Fujimori nunca más.