Es el Día de los Pueblos Indígenas. Y hoy levantamos nuestras voces colectivas para denunciar que la actual dictadura recrudece la vulneración de nuestros derechos colectivos e individuales. Nos asesina, nos reprime, nos criminaliza. Vulnera también los derechos de nuestra Madre Naturaleza, dando continuidad al colonialismo impuesto hace más de 500 años.
Porque hace más de 500 años los invasores europeos llegaron a este continente hoy llamado América y a partir de ese momento se inició la lucha y resistencia de nuestros ancestros y ancestras, de cuya memoria se nutre nuestra resistencia actual.
Los invasores llegaron para despojar nuestros territorios y saquear nuestros bienes naturales. Para destruir nuestras grandes civilizaciones. Impusieron el modelo extractivista y para ello se valieron de la espada y la cruz. Porque no les bastaba apoderarse de nuestros territorios, necesitaban apoderarse de nuestras almas.
Al genocidio, esclavitud, violencia sexual contra las mujeres indígenas, se unió la llamada extirpación de idolatrías. Destruían nuestros lugares sagrados, prohibían nuestras prácticas espirituales. Muchos levantamientos se produjeron durante los trecientos años de domino español. El mayor de ellos fue el encabezado por Túpac Amaru y Micaela Bastidas. A las ejecuciones le siguieron la prohibición de hablar nuestras lenguas. La consigna era, y sigue siendo, destruirnos física y culturalmente.
Luego vino la lucha por la emancipación, en la que los pueblos indígenas fuimos instrumentalizados por ambos bandos: realistas y criollos, pero nuestra participación fue invisibilizada por la historia. Y llegó la República. Esa República criolla nació de espaldas y contra los pueblos originarios, se empeñó en asimilarnos con el mismo pretexto que los invasores españoles, el de “civilizarnos”.
Ese Estado mantuvo y dio continuidad al colonialismo. A su modelo extractivista. Por eso continuó el genocidio de nuestros pueblos. Por citar solo algunos ejemplos: la cruel explotación del caucho, las masacres de comunidades indígenas durante los grandes movimientos de recuperación de tierras durante la segunda mitad del siglo pasado y los sucesos de Bagua el año 2009.
En todos estos procesos nuestra lucha y resistencia es colectiva porque nuestras decisiones son colectivas. Más de 500 años de pretender imponernos el individualismo no han logrado ese efecto. Tampoco han logrado romper nuestro vínculo espiritual con la Madre Naturaleza, cuya destrucción ha empujado a nuestros hermanos y hermanas de pueblo indígena en aislamiento voluntario mashcopiro a desplazarse y dejarse ver porque sus territorios están siendo destruidos.
El sistema capitalista extractivista entró a una fase más criminal aun en la década de los noventa, con la dictadura fujimorista que impuso el neoliberalismo con una nueva Constitución que consolidó el despojo de nuestros territorios y precarizó todos los derechos. Nuestra resistencia colectiva continuó y continúa, llamando a un nuevo pacto social que garantice nuestros derechos y los derechos de la Madre Naturaleza.
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