Las empresas son los nuevos colonizadores que imponen a los pueblos y las mujeres indígenas sus violencias extractivistas.
“Hablar de reparación es hablar de REPARAR las deudas históricas que el capitalismo ocasiona en nuestros territorios a través de las empresas con el aval de los Estados. Aún está pendiente una reparación por las violaciones históricas que los pueblos y mujeres indígenas enfrentamos desde hace 531 años como consecuencia del expolio de los invasores europeos y los actuales”.
Así lo expresó Ketty Marcelo López, presidenta de ONAMIAP, en la Plenaria del Pilar 3 del Foro Regional de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos para América Latina y el Caribe, el cual se realizó el 12 de octubre, Día de la Resistencia, en Santiago de Chile, plenaria en la que fue la única dirigenta indígena entre los panelistas.
Las empresas, señaló, son los nuevos colonizadores que vienen no sólo a despojarnos y quebrar nuestros territorios integrales y recursos, sino también, a quebrar y monetarizar nuestra vida colectiva al imponernos su violencia económica y extractivista.
Una reparación integral, dijo, es lo que corresponde frente a estas violaciones históricas y esa reparación integral no debe solo entenderse desde el lado económico: implica la restitución de tierras despojadas, sanción a los responsables que asesinan y criminalizan a nuestros pueblos por defender nuestros territorios ancestrales; proteger con marcos normativos a la Madre Naturaleza como titular de derechos y respetar la libre determinación de nuestros pueblos.
Además, reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derechos y no cómo objetos de estudio y de explotación, respetar nuestros medios y modos de vida. EVITAR Y PREVENIR las vulneraciones de nuestros derechos. Sanciones efectivas a los responsables de la violación de derechos. procesos judiciales y administrativos imparciales que sancionen a las empresas y funcionarios responsables.
Reparar es asimismo respetar nuestras espiritualidades y nuestros modos de vida. Garantizar procesos de consulta previa y respetar el derecho al consentimiento de los pueblos. Exigir estudios de impacto ambiental con altos estándares de calidad y que no solo contemplen afectaciones ambientales, sino también sociales, económicas e incluso culturales y espirituales.
La presidenta de ONAMIAP se refirió también a la reparación y remediación de territorios y fuentes de aguas impactadas o contaminadas. En el Perú las empresas han provocado desastres ambientales en territorios indígenas y esas comunidades ya no pueden vivir de la agricultura, ganadería; no tienen fuentes de agua libres de contaminación. Y demandó atención médica especializada frente a las consecuencias de la contaminación en la salud e indemnización por pérdidas.
MUJERES INDÍGENAS
“Visibilizar las resistencias de las mujeres indígenas implica visibilizar la protección de la memoria colectiva que es uno de nuestros roles trascendentales, porque somos nosotras quienes transmitimos la transmitimos de generación en generación”, subrayó Ketty Marcelo.
Por ello es indispensable “considerar los impactos diferenciados en las mujeres indígenas, quienes tenemos a nuestro cargo la alimentación, el cuidado del agua y la salud de nuestras familias. En consecuencia, considerar acciones también específicas de prevención y reparación integral, las cuales deben estar claramente explicitadas en los estudios de impacto”.
La incursión de proyectos extractivos y de infraestructura causa la pérdida de tierras productivas, obligando a los varones a emigrar en busca de empleo, lo que provoca la recarga de trabajo para las mujeres indígenas. La degradación de las tierras de cultivo pone en grave riesgo nuestra seguridad y soberanía alimentarias, detalló.
A ello se suma que la contaminación de fuentes de agua reduce o desparece este elemento esencial para la vida y la salud, el consumo humano y de animales, el riego para las chacras. También se pierden peces y otras especies esenciales en nuestra dieta, sobre todo en la Amazonía. La deforestación y degradación de nuestros bosques nos impactan por la pérdida de animales para la caza, plantas medicinales, semillas y otros elementos para nuestras artesanías.
Además, la incursión de personas extrañas en nuestros territorios por proyectos extractivos y de infraestructura trae consigo múltiples violencias: alcoholismo, drogadicción y con ello la violencia familiar; violaciones sexuales, madres solteras, entre otras.
También estamos a cargo de la salud, enfatizó la presidenta de ONAMIAP. La propia es afectada por el estrés que producen todos los impactos señalados. La de nuestras familias por la contaminación de nuestras tierras, aire y aguas. Especialmente la presencia de metales y sustancias tóxicas en la sangre, sobre todo de nuestros niños y niñas.
Todo esto, concluyó, exige medidas efectivas de prevención y reparación.
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