Desde ONAMIAP cumplimos 29 años de proceso organizativo y 15 años de nacimiento institucional.
Hace 29 años las mujeres indígenas andinas y amazónicas del Perú iniciamos un proceso organizativo para visibilizarnos y hacernos oír, para demostrar la importancia de nuestras luchas y resistencias junto con nuestros pueblos, para exigir garantías para el ejercicio de derechos desde nuestra memoria ancestral de lucha y resistencia y desde el orgullo de nuestras identidades culturales.
Eso nos llevó, un 25 de noviembre del 2009, Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, a institucionalizarnos como la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú, ONAMIAP.
Han pasado 15 años desde entonces. Y continuamos firmes en nuestros principios, fortaleciendo nuestras bases organizativas, denunciando las múltiples violencias que enfrentamos: el despojo territorial, la destrucción de nuestra Madre Naturaleza, las sistemáticas políticas de exterminio físico y cultural, ya sea mediante políticas asmilacionistas o a través de la estigmatización, criminalización de nuestra exigencia de derechos e incluso asesinatos.
Estas múltiples violencias, iniciadas con la invasión española hace más de 500 años y continuadas por el Estado nación criollo que sigue siendo colonial, recrudecen hoy en un contexto de dictadura que implementa una sistemática regresión de nuestros derechos colectivos e individuales, y los derechos de nuestra Madre Naturaleza.
En este marco, el reciente feminicidio de Sheyla Cóndor evidencia cómo las instituciones públicas operan en favor de la impunidad y las violencias contra las mujeres, así como también lo viene haciendo contra los pueblos indígenas, tras el asesinato de más de sesenta hermanos indígenas por protestar contra la actual dictadura.
Ello hace hoy más urgente que nunca hacer que nos vean y nos escuchen, que sepan que, desde tiempos ancestrales, desde nuestra diversidad cultural, los pueblos y las mujeres indígenas preservamos las vidas, ejerciendo nuestra libre determinación para decidir nuestros modos de vida, construyendo desde nuestro vínculo espiritual con la Madre Naturaleza y nuestros territorios el futuro ancestral de Buen Vivir y Vida Plena.
Para construirlo necesitamos enarbolar nuestras identidades culturales. Los Censos Nacionales de 2025 representan así un desafío y una oportunidad: la de visibilizarnos en las estadísticas para exigir garantías para el ejercicio de nuestros derechos. Respondiendo a la pregunta de autoidentificación étnica: SOY INDÍGENA.
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